Canción de Navidad, de Charles Dickens. Reseña



Habrá poca gente que no conozca esta historia. Otra cuestión es que hayan leído la original. Hay versiones cinematográficas de sobra y creo que yo vi una de ellas antes de conocer el libro. Llegó hasta mis manos, por herencia familiar digamos, en versión inglesa y durante varios años para mí era como un ritual releerlo en estas fechas. Dejé de leerlo precisamente porque pasé una racha anti-navideña que me acercó más a la postura del anciano protagonista jaja. A día de hoy ni lo releo ni lo tengo en el olvido. Para mí es una obra maestra indiscutible, a pesar de su aparente sencillez.

Por si queda alguien que no conozca la historia, Dickens nos narra la historia de un avaro que cada vez se amarga más y más, sobre todo en estas fechas de celebraciones familiares. Una noche recibe la visita del espíritu de su fallecido socio y tras él vendrán tres más. Es así como conoceremos la vida completa de un hombre que no siempre fue así.

Dickens era experto en narrar dramas y desde un punto de vista actual resulta un poco melodramático y de lágrima fácil. Me refiero por supuesto al pequeño personaje inválido y en general a toda su humilde familia. En contraposición, tenemos el mundo de los fantasmas, aunque tanto la miseria como la creencia en los espíritus era algo frecuente en la Inglaterra de su época.

Resulta curioso cómo en ciertos libros se mezcla el género fantástico con el realista con tanta naturalidad. Y no por ello está en la sección de fantasía en cualquier librería. Con considerarlo un cuento, incluso un libro para niños, asunto resuelto. Pero aunque es una historia para todos los públicos, no creo que fuera destinada al infantil en primera instancia. El mensaje es muy profundo y muy agitador de conciencias. Lo de menos es que se desarrolle en Navidad, aunque la atmósfera semi mágica de una fecha tan señalada admite con mayor comodidad, por decirlo de alguna manera, que haya ingredientes sobrenaturales.

Realmente, todos somos Scrooge, o podemos llegar a serlo, y en cualquier caso, hayamos perdido o no para siempre nuestra energía vital del pasado, no está de más hacer el ejercicio mental de imaginar qué ocurriría si nosotros recibiésemos la visita de esos tres espíritus. No voy a recomendarte que lo leas todos los años o que compres el pavo más grande de la tienda, ni siquiera te aconsejo que cambies tu opinión acerca de la Navidad si no te gusta (motivos hay tanto para odiarla como para amarla). Lo que sí te recomiendo es que no te pierdas esta joya clásica porque merece muchísimo la pena.

Reseña de Memorias de Virtual I en pauladegrei


Cada vez que me hacen una reseña lo pongo por aquí, a modo de agradecimiento público y por difundir la tarea de la persona que la hace. Es la primera vez que me reseñan un volumen por separado de la trilogía y me hace ilusión que el resultado sea igual de positivo que con la obra completa. Tengo que aclarar que el libro lo escribí entero y luego vi que tenía posibilidades con tres partes diferenciadas por separado. Creí que era una buena manera de captar lectores poco a poco, y no obligar a comprar un libro más largo si el género o la historia no te engachaban en el primer volumen.


Una de las opiniones que más he visto repetirse es que hay gente a la que le gusta mi libro “a pesar de” que es de ciencia-ficción, y me lo tomo como un halago jaja. La verdad es que creo que la ciencia-ficción es un ingrediente más, que obviamente permite la libertad necesaria en las aventuras de la protagonista, pero realmente el corazón de la historia es el mundo interior de la joven, ese mundo que se le pone del revés en un pestañeo, y todo el proceso de autoconocimiento y crecimiento de una chica que comienza a caminar en la vida adulta, y con eso nos podemos identificar todos. Paula de grei, muy hábilmente, ha sabido ver justo eso, y apenas comenta de pasada que hay fenómenos paranormales en el libro.

Y sin más preámbulo, os invito a leer la reseña en su blog, al que os invito ya de paso, porque hace una estupenda labor de difusión de los autores autopublicados, entre otras cosas:

La princesa prometida, de William Goldman. Reseña



Seguimos con otra princesa, después de hablar de la de Clèves. Llegué hasta este libro gracias a la película del mismo título, tras hacerme una mega fan de la misma. Me sé de memoria sus diálogos y no me canso de verla después de tantos años. Cuando supe que estaba basada en un libro, no me lo pensé dos veces y lo compré. Nunca sabes lo que puedes encontrar en estos casos, pues a veces el libro supera a la película (casi siempre) y otras veces ocurre al contrario (pocas veces). Pues bien, el libro es aún mejor que la película, y eso que el listón estaba alto. Tampoco es de extrañar que la película fuese tan buena puesto que, por suerte, el propio escritor es el autor del guión, quien tristemente nos dejó en el preciso mes en el que publico esta reseña.


Cuando lees el libro te das cuenta de que la película resume mucho lo que ocurre ahí. Ya solo con la presentación de la protagonista tenemos un buen número de páginas, llenas de ocurrencias super divertidas. Pero antes de eso tenemos una introducción que es una especie de broma, pues el autor nos quiere hacer creer que su historia está basada en otra y además nos ofrece una biografía ficticia de su propia familia. Y es que la historia es una especie de sátira, llena de humor y cariño, y un homenaje al género de aventuras. Es una gran aventura que reúne los ingredientes típicos: princesa, héroe, piratas, malvados, venganzas, espadachines, y un buen número de personajes secundarios con una personalidad única.


Por si no conoces de qué va la historia, te resumo. Buttercup es una muchacha que vive en una granja, donde conoce al campesino Westley. Un día él se va a buscar fortuna y la vida de la joven da un giro radical cuando el noble de la comarca posa los ojos en ella. Pero la vida da muchas vueltas y hay muchas aventuras que vivir antes de que... Pero no voy a hacer spoiler. Aunque te recomiendo el libro igualmente tanto si conoces la película como si no.

Frases míticas de esta historia:
-Como desees.
-Hola, soy Iñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate para morir.
-¿Por casualidad no tendréis seis dedos en vuestra mano derecha?... ¿Siempre comenzáis una conversación de esa manera?
-¡Inconcebible!... No estoy seguro de que sepáis el significado de esa palabra.
-¿Bromeáis? ¡Aquel día morí!

Amor verdadero, traiciones, lealtad, nobles corruptos, venganza... todo eso y mucho más nos espera en esta historia acompañados por Buttercup, Westley, el pirata Roberts, Iñigo Montoya, el gigante Fezzik, el milagroso Max, el Albino, Vizzini el conde Rugen, el príncipe Humperdinck...

Un libro (y una película) de diez.


Hay un videojuego basado en la historia, aunque bastante simple por desgracia. Se podría hacer otro mucho mejor. Si tienes curiosidad, aquí está mi gameplay de la demo:




La princesa de Clèves, de Madame de la Fayette. Reseña.



Este libro fue publicado en 1678 en Francia y narra la historia de “amor” entre la princesa de Cleves y el señor de Nemours. Ahora explicaré por qué escribo amor entre comillas. Está considerada la primera novela psicológica francesa, porque indaga en los pensamientos y sentimientos de la protagonista. Ella está casada, con un hombre por el que no siente pasión pero al que le debe fidelidad por su contrato matrimonial. Entonces conoce al señor de Nemours, que es un tipo realmente atractivo y poco más, porque de su carácter no tenemos gran idea. Y lo poco que deja ver, a través de sus actos, no lo sitúa en buen lugar, ya que es bastante bocazas y fanfarrón.

Hay que situarse en la época para hacerse una idea de cómo eran las cosas en otros tiempos. La pasión que siente ella se forja básicamente en su imaginación, casi por miraditas en plan adolescente y un par de palabras, ya que había que mantener las apariencias. Pero ojo, el libro no va de infidelidades. Porque esta historia a mí me pareció muy original y rompedora, por lo que voy a comentar del “amor” entrecomillado.

La autora hace una especie de ensayo acerca del amor romántico e idealizado, y la verdad es que no deja títere con cabeza. Cuando leí el libro, hace bastantes años, pensaba en la pobre esposa atrapada en un matrimonio aburrido y esperaba que huyera con su enamorado, ya que no existía el divorcio todavía (llegó con la Revolución Francesa del siglo posterior). Pero aquí no existe el “vivieron felices y comieron perdices”. Es una novela anti-romántica, que llega al fondo de la naturaleza humana con agudeza y de forma implacable.

En cierto modo me recuerda a Las amistades peligrosas, sobre todo cuando uno de los personajes dice “lo único que me extraña es lo poco que cambian los hombres”. Y es que en ese sentido, parece una novela contemporánea. Porque todavía hay hombres que, si no lo cuentan, no son felices. Van de conquistadores y lo único que les interesa es pavonearse delante de los amigos. Y ya está el conflicto armado por culpa de la indiscreción de él y la de ella, que se va de la lengua acerca de algo que en realidad es puro humo, una simple burbuja de jabón que se rompe al primer contacto con la realidad. Así es el “amor” de muchas mujeres, que solo existe en su cabeza. Nuevamente, tenemos un toque muy contemporáneo, o directamente atemporal, sobre asuntos que parecen no cambiar nunca.

El final no lo voy a destripar, pero en su momento me sorprendió a la vez que me abrió los ojos. Porque este libro, más allá de que sea romance o no, yo lo recomendaría como un libro de autoayuda jaja. Cuánta gente sigue opinando que es lícito y justificable sufrir por amor y cuántas veces crees morirte de obsesión por una persona que al cabo de cierto tiempo no vuelve a aparecer en tus pensamientos. De todo ello se habla en este pionero libro sobre los asuntos amorosos. Hay alguna adaptación cinematográfica por ahí, incluso ambientada en época contemporánea, pero el libro es mucho mejor.

Muy recomendable si te gustan las historias ambientadas en otras épocas y bastante interesante y ameno.

Las amistades peligrosas, de Pierre Choderlos de Laclos. Reseña



Cuando vi la película del mismo nombre, o mejor dicho, el peliculón, volví a verla muchas veces. John Malkovich, Glenn Close, Michelle Pfeiffer, incluso unos jovencísimos Uma Thurman y Keanu Reeves, forman parte del reparto, y el trío protagonista pocas veces logró superar el listón de sus interpretaciones en esta película de Stephen Friars.


La historia me cautivó y decidí leer el libro, cuando supe que estaba basada en uno. Del resto de versiones me quedo con la titulada Valmont, que también está muy bien. Ninguna es fiel al cien por cien al original, pero eso es casi lo de menos.


Su autor era un militar y escritor aficionado, que se propuso escribir una obra fuera de lo común de la que se siguiera hablando al cabo de mucho tiempo. Objetivo cumplido, podemos decir, y gran mérito lograr una obra maestra con un solo libro publicado, como le ocurriera por ejemplo a Emily Brönte con su perfecta Cumbres Borrascosas. Pierre era un hombre de ideas avanzadas para la época y algo de su feminismo se filtra en esta obra.

Lo primero que me sorprendió del libro era que estaba formado por cartas, es decir, pertenece al género epistolar. Vamos, estuve a punto de no leerlo porque pensé que iba a ser un tostón. Antes de eso venía el prólogo, claro, que en la edición que leí era bastante extenso y super interesante. Pero el libro a pesar del tema de las cartas, se lee muy bien y me gustó tanto o más que la película. Si no llega a ser por el prólogo, me habría perdido muchas cosas. Porque es un libro lleno de intenciones. Por si no conoces la historia, se desarrolla en el siglo 18 en Francia y narra las aventuras de un par de libertinos, el vizconde Valmont y la marquesa de Merteuil, grandes representantes del teatro social de la época, en la que imperaba la hipocresía, la doble vida y la falta total de escrúpulos entre una aristocracia aburrida sin ideales. Al menos eso es lo que intenta transmitirnos su autor, que algo sabría del tema.

La personalidad del par de libertinos da para un tratado de psicología y casi no me cabe duda de que están inspirados en personas de carne y hueso. En cuanto a los demás personajes, destaca Madame de Tourvel, la cándida e inocente corderita a la que se propondrá dar caza Valmont al precio que sea. La escena en la que consigue su propósito carnal, por decirlo finamente, es directamente literatura erótica. No es que sea explícita pero tampoco escatima en detalles. Por su parte, la marquesa de Merteuil se entretiene con el enamorado de otra chica angelical, salida de un convento de monjas, a quien también seduce Valmont para convertirla casi en una mujer de la calle, y todo por venganza hacia el prometido de la chica, a quien le ha jurado guerra la Merteuil. Con esa trama, tenemos los ingredientes de un thriller psicológico de época perfectamente engarzado.

Podemos enlazar esta historia con la de cualquier variante del Don Juan o Casanova. Es de esos mitos universales que se repiten en la historia de la Literatura: el cazador de mujeres que está de vuelta de todo y que sucumbe ante la pureza de la chica ultra decente. Pero en este libro se habla de muchas otras cosas, pues ante todo es un retrato social, y en ese sentido, se condena a la Merteuil cuando salen a la luz sus tejemanejes, pero con Valmont, por ser hombre, utilizan otro rasero. Hay un contraste entre lo que ocurre en el campo, que simboliza la tranquilidad y la decencia, y lo que ocurre en la ciudad, escenario de una auténtica guerra de sexos. Como dice cierto personaje: nada de lo que ocurre me sorprende, lo único que me sorprende es lo poco que cambia el mundo; los hombres son felices con la felicidad que reciben y las mujeres, con la felicidad que dan.

Como curiosidad, hubo hasta un grupo musical español con este nombre.


En resumen, una historia que no pasa de moda y que te recomiendo al cien por cien.

Circo Máximo, de Santiago Posteguillo. Reseña


El reciente ganador del premio Planeta, Santiago Posteguillo, es el autor de mi lectura más reciente. Tuve que buscar hueco a lo largo de varios meses para completar la lectura de tan extensa novela, que ronda las mil páginas. Aparte de sus muchas subtramas secundarias, la historia principal se centra en el emperador Trajano, primer hispano que llegaba a semejante posición de poder en el Imperio romano, aproximadamente un siglo después del nacimiento de Cristo. El título hace alusión a las carreras de cuadrigas (carros tirados por caballos como en la ilustración de portada) que se celebraban en los Circos romanos, y es que uno de los personajes principales es un auriga, o conductor de cuadriga, que está enamorado de una vestal, es decir, una sacerdotisa sagrada en Roma.

Me regalaron el primer libro de esta trilogía hace unos años, Los asesinos del emperador, y me enganché a saber qué pasaba con la pareja del gladiador Marcio y la guerrera Alana. Pero en este libro tampoco concluye su historia. Cuando al fin vislumbré el final de un libro tan largo, a falta de más cien páginas, me topé para mi sorpresa con el epílogo. Ya se habían atado muchos cabos, pero desde luego si la idea era dejar con la intriga, el autor lo consigue. Pensé que era extraño introducir nuevos personajes a esas alturas, y supongo que se trataba de un puente hacia la tercera parte.

No he leído esa tercera parte y no sé si lo haré, así que no voy a posponer la reseña de este libro. Tengo que decir pronto lo que menos me gustó del libro, para centrarme en lo bueno. Se me hizo muy pesado cada vez que se narraba una batalla. Incluso poco realista, como si el emperador viera desde un helicóptero todo lo que ocurre en cada momento en los combates.

Destaco el enfoque humano del emperador y el análisis psicológico del mismo. Como punto fuerte, además de lograr mantener el interés por la ágil narración y el recurso de intercalar escenas de tramas distintas, tenemos algunos momentos emocionantes y directamente épicos, como cuando su mejor amigo (o algo más como se sugiere) demuestra una lealtad que no se quiebra ni a las puertas de la muerte. Hay varios momentos más que te mantienen en vilo, incluso cuando ves venir el desenlace. Quizá faltan descripciones pero le quitaría ritmo.

Realidad y ficción se mezclan en esta ambiciosa historia que parece orientada a un guión para una serie. No me cabe duda de que tendría muchos espectadores, que sentirían cómo se les eriza la piel cuando los soldados romanos cruzan el puente más largo jamás construido. Y es que desde el presente no siempre podemos valorar cada avance que nos dejaron nuestros antepasados, esos eslabones de una cadena que continúa hoy gracias a la valentía de aquellos pioneros. Quizá lo hacían por ambición y un punto de locura, pero hay que reconocer que el Imperio romano llevaba avances a las tierras que colonizaba. No hace mucho, en una noticia televisiva sobre unas lluvias torrenciales, se podía ver un puente romano que ni se había inmutado, y que seguirá ahí cuando construcciones más recientes hayan desaparecido. El arquitecto Apolodoro es de mis personajes preferidos porque es el típico visionario que consigue lo imposible.

Creo que leer novela histórica no es algo que le atraiga a todo el mundo. Es una mezcla de hechos reales con otros ficticios y una especie de biografía de los personajes históricos. Hay novelas históricas que se hacen muy pesadas, o que falsean la personalidad de los personajes notorios de manera descarada. Es imposible hacer un retrato fiel de nadie, con independencia de si es actual o pasado, incluso en las autobiografías a saber cuánto de inventado hay. Pero cuando existe una gran labor de documentación, como es el caso, ya que el autor casi se ha especializado en la época de la Roma antigua, eso se nota. En cuanto a los personajes, concretamente al protagonista, Trajano, quizá ensalza demasiado sus virtudes y no subraya tanto sus defectos. En un contexto militar, sin duda era un hombre muy capaz, que tuvo la ambición de expandir el Imperio hasta donde nadie se había atrevido, a pesar de ser un extranjero venido de Hispania, o sea, de la actual España, concretamente de Itálica, que os recomiendo visitar ya de paso. Quizá te suene porque sirvió de escenario para Juego de Tronos. Y ya por el hecho de que Trajano fuera un advenedizo en el corazón de la Roma imperial, despierta cierta simpatía. En la novela se plantea claramente que tenía tendencias homosexuales y algunas fuentes afirman que incluso pedófilas, y no llegó a tener hijos con su esposa. Al fin y al cabo, por mucho que los emperadores recibieran el título de divinos, no dejaban de ser simples mortales con sus defectos. Recuerdo que me hizo gracia cuando leí en un párrafo que Trajano tenía que mirar unas cosas pero lo dejó para otro día porque estaba cansado. Ya sé que es una tontería, pero cuando se empeñan en transmitir a lo largo de los siglos una imagen idealizada de ciertas personas, se te queda algo de esa idea. Y por eso resulta interesante asistir a la recreación imaginaria de lo que rondaba por la cabeza a ese hombre, que quizá como sugiere la novela, prefería combatir en plena batalla junto con el resto de soldados antes que quedarse aburrido en palacio. Aunque aburrido tampoco estaba, entre problemas políticos y personales.

Una de las pegas que le pone la gente al género de novela histórica es que les resulta difícil meterse en situación cuando el contexto queda tan lejano. Sin embargo, la naturaleza humana no cambia tanto a lo largo de los siglos y la sociedad actual, por desgracia, no es tan distinta. Seguimos con la corrupción, con la organización jerárquica, con la deificación de ciertas personas, etc. Ahora la gente no adora a los gobernantes en general, pero sí que pueden considerar semidioses a futbolistas como Maradona o a su cantante preferido.

Al haber muchas subtramas a veces te pierdes un poco con los personajes, sobre todo porque algunos nombres son parecidos, o porque aparecen al cabo de cientos de paginas cuando te suena muy remotamente todo. Supongo que si lo lees más seguido a como lo hice yo no tendrás ese problema.

El epílogo es interesante si te gusta profundizar en la Historia. Pero si te quedas "solamente" con la novela, lograrás meterte en las mismísimas tripas del Imperio romano, cubriendo todos los estratos sociales, y es algo que tiene un indudable mérito por parte del autor.

El primer libro tenía un par de fallos que por desgracia no recuerdo, me suena que era algo de los linces pero no podría jurarlo. Se me hizo más ameno que este, pero la intensidad de Circo Máximo en algunos momentos es superior al otro. Y es que ser emperador era un empleo de alto riesgo. Como bien dice en cierto momento el autor, el lugar más peligroso, más incluso que el Circo o el Anfiteatro, era el trono imperial con sus conjuras e intrigas, aunque un gladiador o un auriga no tenían tampoco una vida fácil. Y aquí no hay ni santos ni pecadores, o son todo a la vez, porque, ¿quiénes eran más bárbaros, los así llamados, como los dacios, o estos romanos que disfrutaban viendo a los leones comerse a los gladiadores?

En resumen, un libro (o libros) altamente recomendables.

La lágrima de Atenea, de Joaquín Borrell. Reseña



Si en la reseña anterior hablaba de detectives en el medievo, esto va de un detective en la antigua Roma. Conocí al autor de casualidad en un acto al que acudí de puro compromiso pero que al final mereció la pena por el gran descubrimiento. Él intervino durante unos escasos diez minutos, haciendo una especie de presentación, y recuerdo que pensé: ¿pero quién es este hombre tan ingenioso y culto? Cuando me enteré de que encima era escritor, fui corriendo a buscar sus libros, y menudo descubrimiento.

Joaquín Borrell es notario -aparte de escritor con algunos premios literarios a sus espaldas- y según cuenta, eso le da un conocimiento amplio de la naturaleza humana, de manera que utiliza ese bagaje para los personajes de sus libros. Creo que eso es algo que casi todos los escritores hacemos, y por supuesto que observar al prójimo es una fuente inagotable de inspiración. Tiene publicados varios libros de género histórico, y este no es el único ambientado en el Imperio Romano.

El protagonista es un exquiriente, es decir, en aquella época tiene la extraña y pionera profesión de descifrar misterios. Un detective, vaya, cuando ni existía la palabra y probablemente tampoco el trabajo, al menos reconocido y remunerado. Lo cierto es que él no busca dedicarse a eso pero acaba metido ahí por casualidad. Ya desde el planteamiento, cuando un libro te sorprende por semejante originalidad, no hay manera de desengancharse. El humor que destila el libro es incomparable, es el mismo tono irónico que reconozco en la persona detrás del escritor. Ojo, que no es por hacerle publicidad ni nada, porque ni aquel día ni ningún otro lo traté en persona; lo que quiero decir es que no siempre tenemos la ocasión de ver en persona a un escritor que admiramos, y a veces es lo mejor, ya que no siempre un escritor ingenioso lo es en su vida diaria y por tanto se te cae un mito, jaja.

De esa ironía se beneficia el libro, que no solo te transporta al corazón de la Roma antigua, sino que lo hace en un recorrido lleno de eventos inesperados, con unos personajes muy interesantes y todo aderezado con un fino humor que hace de la lectura de este libro un viaje maravilloso al pasado. La relación entre el protagonista y su esclava daban para una continuación, y así ocurre en el libro La esclava de azul. Entre medias publicó El escribano del secreto, ambientado en la época de la Inquisición española, con un tono más serio y quizá demasiado centrado en juicios y asuntos propios de los estudios de Derecho del autor, pero igualmente recomendable. Espero seguir leyendo sus demás libros, estoy casi segura de que no me defraudarán.

El nombre de la rosa, de Umberto Eco. Reseña.



Este libro creo que se puede considerar por unanimidad la obra maestra de su autor. Recuerdo que cuando leí otra novela suya, La isla del día de antes, fue como si fuera anterior a la otra, y sin embargo fue publicada 14 años después. Era como si el autor hubiera desaprendido su oficio, y no es que estuviera mal escrito, pero opino que hay ciertos libros que se publican simplemente porque el autor ya es famoso. Cría fama y échate a dormir, como dice el refrán. También ocurre que cuando escribes una obra maestra, es difícil conseguir otra u otras. Bueno, voy al grano con la reseña.


La historia es más conocida gracias a la estupenda adaptación cinematográfica protagonizada por Sean Connery. Por si no sabes de qué va, te resumo. Fray Guillermo y el novicio Adso llegan a un monasterio para investigar las misteriosas muertes acontecidas en los últimos tiempos. Son como Sherlock y Watson en versión medieval y es una mezcla de novela histórica y novela de misterio. Los asesinatos siguen ocurriendo durante su estancia y no pararán hasta llegar al fondo del asunto. Es de esas novelas mágicas que te atrapan por su atmósfera única, que te transportan justo hasta donde quiere el autor llevarte. Está magníficamente ambientada y mejor narrada, y el argumento es ingenioso a la vez que “limpio”. Es decir, la trama encierra un misterio, pero no hay giros inverosímiles de última hora, sino que todo cuadra y caminamos hacia el desenlace cada vez más intrigados, para comprender lo que realmente ocurre, en un final que no defrauda y que remata esta historia tan redonda.


Tengo que comentar una curiosidad relacionada con uno de mis hobbies, los videojuegos. Hay una adaptación de este libro en forma de juego arcade, titulado La abadía del crimen, realizado por un equipo español, que no pudieron usar el título del libro por problema de copyright. Es una maravilla de juego, a pesar de su antigüedad, y hay una versión actualizada, bajo el nombre de La abadía del crimen extensum, que puedes ver en mi gameplay aquí:



Hamlet, de Shakespeare. Reseña



Las obras clásicas parecen condenadas al olvido e incluso al rechazo. Creo que no se leen en parte porque se suponen conocidas de sobra, aunque sea por versiones teatrales o cinematográficas, o porque se asocian a lecturas obligatorias en la etapa escolar. Y parecen reservadas a alumnos de Filología o a expertos en épocas pasadas. No es que yo haya leído a todos los clásicos, y algunos me resultan sencillamente imposibles para hincarles el diente, como me ocurre con Quevedo, al que le reconozco el talento pero que me echa para atrás en el segundo párrafo. Pero sí he leído suficiente como para apostar por un buen clásico y saber que no te defraudará.

La etiqueta clásico se usa para indicar que es un libro antiguo, pero también se refiere a que no pasará de moda nunca. Y es que aunque la época cambie, los asuntos humanos son universales y cambian poco. Yo llegué a este libro por pura curiosidad. Parece que hay unanimidad al reconocer a Shakespeare como uno de los mayores genios de la Literatura, y escogí su obra más famosa para ver si me gustaba o no. Por desgracia para sus demás obras, esta dejó el listón tan alto, que las demás no me engancharon. En la edición concreta que lo leí, venía junto con Macbeth, y a pesar de que me apetecía leer algo donde aparecían unas brujas, no pude pasar de las primeras páginas.

Por resumir mi opinión de Hamlet, me encantó, así de rotundamente lo digo. Me sorprendió para bien, y eso que leer teatro cuesta hasta que te acostumbras. Pero la trama tiene una intensidad que te atrapa, y si tus valores coinciden con los del protagonista, te involucras y te identificas con su injusticia con la misma intensidad. Es un libro que va más allá del archiconocido “Ser o no ser”, que habla de temas como la honestidad, la fidelidad, la locura, la amistad, que muestra lo mejor y lo peor del género humano y que te convence de que sí, de que Shakespeare era un genio, aunque solamente hubiera escrito esa obra maestra. 

Un libro imprescindible que recomiendo sin dudar.

A la tercera va la vencida, de Eva Heller. Reseña



Este libro tiene como subtítulo “en busca del hombre soñado”, y con todas esas pistas ya te puedes imaginar de qué va la historia más o menos. La autora murió hace diez años y nació a mediados del siglo XX, lo que la convierte en una de las pioneras de la llamada chic lit, o literatura para chicas. Hay ciertos detalles que dejan al libro bastante anticuado, como el hecho de que la protagonista sueñe con tener una relación tan perfecta como la del príncipe Carlos y Lady Di... Porque claro, el libro salió antes del divorcio de esos dos, y quizá para mucha gente aquello parecía un cuento de hadas desde fuera.

La relación de la protagonista con su novio está en crisis, de hecho rompen y cada uno tira para un lado. Ella se dedica entonces a buscar a otro hombre, sin descartar los rollos de una noche, y se encapricha de alguien que parece una cosa pero luego es otra. No voy a desvelar el final, pero me pareció bastante decepcionante, aunque quizá muy realista dentro del refrán “más vale lo malo conocido...”. O quizá ese algo no es tan malo, pero necesitas perspectiva para verlo. Ya cada cual que interprete a su manera ese final. A mí no me convenció, y si encima Eva Heller iba de activista feminista, creo que, o bien criticaba ese comportamiento femenino del conformismo, o es que estaba dando un mal ejemplo al respecto. Yo opino que no debemos conformarnos, ni en el amor ni en nada, pero esto ya es una nota particular al margen de la reseña.

La lectura es amena y se hace ligera, con algunos toques de humor, y no hay grandes conflictos ni giros en la trama. Algo que me chocó fue que la protagonista es capaz de mantener una conversación y al mismo tiempo reflexionar y casi hacer un psicoanálisis de la persona que tiene enfrente, y eso es algo que me suena más a recurso literario que a algo real.

No es un libro muy conocido y no es de una brillantez enorme, pero como curiosidad y para un rato de lectura amena, no está mal.

Orgullo y prejuicio, de Jane Austen. Reseña



Antes de empezar la reseña, voy a dar un consejo para autores desmotivados. Cada vez que estés de sequía creativa, piensa en las condiciones que tuvieron que afrontar escritores como la propia Jane Austen para darte cuenta de la ventaja que supone usar ordenadores o móviles a la hora de escribir, de la posibilidad de autopublicar tus libros y que te lean en todo el planeta, o que no te miren mal por dedicarte a una tarea principalmente masculina en otros siglos. Por si no se nota, admiro mucho a mi querida Jane, y creo que yo habría tenido una vida parecida a la suya de haber nacido en su época.

El tema principal en todos sus libros es el gran problema del matrimonio, es decir, cómo logra ubicarse en la vida una mujer soltera de la época, ya que casarse era algo de lo que dependía el futuro económico de todas las chicas casaderas. Y si alguna no se casaba, dependía de la caridad de sus hermanos. La propia Jane sabía bien de lo que hablaba, y a pesar de tener pretendientes y aceptar incluso a uno (para arrepentirse pronto), jamás se casó. Nos expone con una mezcla de humor y dramatismo la situación delicada de toda mujer que tiene que poner en la balanza otras cosas aparte del amor, y sus protagonistas son atípicas en ese sentido, como lo fue ella. En cuanto a ellos, parecen la personificación de hombres que habría deseado que existieran, llenos de cordura y buenos sentimientos, al menos los personajes principales, porque hay muchos otros a los que satiriza sin piedad y con razón. Todos los que intentan una relación de pura conveniencia o se comportan de forma deshonesta son despellejados sin piedad, y algunos que parecen malvados, se convierten en buenos por medio del amor.

Ojo, no estamos ante unos libros ligeros y tontorrones, o novelitas rosas en las que todo sale rodado. Son historias que por encima de todo retratan la sociedad de la época con una fidelidad extrema y que te transportan al pasado con naturalidad desde la primera página. Puede parecer una obviedad esto que digo, ya que SON de otra época, pero hay libros antiguos en los que cuesta mucho esfuerzo meterse en situación, y en los libros de Austen no es así. En su momento no paré hasta leerlos todos, y hasta tenía mi ranking de más y menos preferidos. Hoy en día no recuerdo cómo iba la lista, porque ya están en mi memoria al mismo nivel Emma, Persuasión, Sentido y sensibilidad (mal traducido por cierto, ya que se trata de sensatez frente a emociones), Mansfield Park, etc. Pero lo que no ha cambiado es que mi preferido es y será siempre Orgullo y prejuicio.

Y ahora sí, jaja, ahora voy con la reseña de este libro maravilloso. Elizabeth Bennet tiene varias hermanas, y la madre solo sueña con casarlas a todas. El padre es entrañable y prefiere que las hijas sean felices ante todo, una idea bastante revolucionaria para la época. La relación con Lizzy, como la llaman en su familia, es especial. Ella es su preferida, la que tiene la cabeza más en su sitio y la que no se va a conformar con ningún caballero que se crea por encima de ella simplemente por tener dinero. Cuando llega al vecindario una pareja de amigos de buena posición, la madre suspirará porque Lizzy y su hermana, las mayores de sus hijas, los pesquen. Pero llegan los malentendidos y, como dice el título, el orgullo y el prejuicio se interpondrán en el camino del final feliz.

Estoy convencida de que Austen habría escrito buenos libros de suspense, porque en algunas tramas consigue unos giros que te dejan sin palabras. En este caso, los encuentros y desencuentros de Lizzy con el señor Darcy dan juego para pasar de un extremo al otro en su relación y que nada chirríe por el camino. Es muy divertida la crítica social que hay siempre de fondo, y nuestra protagonista tampoco se salva, pues una cosa es que no te dejes pisotear por un ricachón y otra, que lo margines por ser rico, jajaja.



Hay varias versiones cinematográficas, pero me quedo con la serie protagonizada por Colin Firth, que hacía un papel parecido en Bridget Jones. Qué pena que ya no existan caballeros así, ains. En cuanto a Lizzy, no pertenece a su época. La forma en que mantiene su terreno es admirable y desde luego marca un antes y un después entre las típicas damiselas en apuros. La mayoría de veces en que un libro se convierte en una obra maestra es porque supone un avance en la historia de la literatura, introduciendo una novedad, ya sea de estilo, lenguaje, trama, etc, y ese es uno de los méritos de Austen, aunque no el único. Quizá exista cierta marginación hacia mujeres que escribían acerca de hazañas caseras frente a las historias épicas de hombres dedicados a cosas “serias”, pero opino que todo queda al mismo nivel y que cada cual tiene su lucha particular, igual de importante que los grandes acontecimientos de la humanidad. En resumen, fue una gran autora y no merece caer en el olvido, aunque en lengua inglesa tiene legiones de seguidores, que organizan incluso campamentos, escenificaciones de sus libros y cosas así. Si quieres leer historias con asuntos que no pasan de moda, a pesar de que sus personajes se vistan de otra manera, sus obras no te decepcionarán.

El cuento número trece, de Diane Setterfield. Reseña.



Este libro es bueno y malo a la vez, y no sé si tiene mérito la cosa... Vamos por partes. La historia pretende ser gótica, al estilo de un libro del siglo XIX, pero escrito por una autora actual. Y la verdad es que la atmósfera está lograda, tiene el encanto de la ambientación en una mansión antigua y el tema va de libros, así que ya por eso engancha al lector empedernido. Y hay un secreto de fondo que sobrevuela y que mantiene más o menos la intriga. El problema, y aquí voy a hacer un poco de spoiler, es que la solución al enigma viene de la mano de un elemento que sale de la nada, sin una pista previa. Es cierto que si sacas un conejo de una chistera puede ser una solución entre otras muchas, pero yo tenía entendido que una de las peores cosas que puedes hacer al escribir es recurrir a inventarte algo a última hora que lo justifique todo. Y eso es lo que ocurre en este libro, que suena un poco a tomadura de pelo por ese detalle.

Si dejamos a un lado la resolución final de la trama, podemos leer el libro sin tomarlo como una historia de misterio, y de esa manera disfrutarlo sin más. Pero este libro se ha llegado a comparar nada menos que con la obra maestra de Charlotte Brönte, Jane Eyre, precisamente porque hay un secreto que sale a la luz avanzado el libro. Pues no, no veo el paralelismo, porque en Jane Eyre no salen las cosas de la nada sino que hay pistas, incluso falsas pistas, integradas en la narración de una manera muy coherente y lograda, así que me parece casi un sacrilegio comparar ambos libros por un detalle pillado con alfileres. La gran diferencia entre ambos libros es que El cuento número trece es una obra correcta pero que olvidas al otro día de haberla leído, y sin embargo Jane Eyre te cautiva y ya no abandona un hueco en tu recuerdo nunca.

Esta fue la primera obra de la autora y ha publicado muy pocos libros desde entonces. No sé cómo serán los otros, no me quedaron muchas ganas de seguir a esta escritora después del final decepcionante de este Cuento número trece. Pero de todos modos me parece que está bien para pasar el rato; eso sí, te recomiendo que no le des prioridad si tienes otros libros en la lista de espera.

Los pilares de la Tierra, de Ken Follet. Reseña.



Los libros largos se pueden clasificar en dos clases: los que piensas “a ver cuando se acaba” y los que dices “qué pena que se va a terminar”. Este pertenece al segundo grupo. Si quieres saber cómo se escribe un libro que engancha de principio a fin, lee con mucha atención este libro, mientras disfrutas de él o cuando lo releas. Desde que arranca te atrapa en su mundo medieval, fielmente retratado, con unos personajes que quizá pecan de un poco arquetípicos, con malos muy malos y buenos que lo son todo lo que permiten las circunstancias.

La construcción de una catedral es un tema fascinante que te gustará sobre todo si te dedicas al arte, la arquitectura, etc., pero el hecho de plantear un reto complicado para la época es ya un tema interesante de por sí, y es el eje que vertebra toda la novela. Ken Follet se documentó a conciencia antes de escribirlo y se nota. No era una época fácil, por muy idealizada que esté a veces, y hacer algo más que subsistir era simplemente una locura, pero una locura maravillosa que merecía la pena, como bien demuestran todas las catedrales antiguas que permanecen en pie desafiando el paso de los siglos.


El libro forma parte de una trilogía que continúa con Un mundo sin fin y Una columna de fuego, pero le cogí tanto cariño a los personajes del primero que aún no he leído lo que ocurre con los descendientes xD

Es complicado hacer una reseña cuando lo único que te sale escribir es “tienes que leerlo porque está genial”, así que poco más voy a añadir. Como curiosidad, existe un videojuego basado en la obra, aparte de una adaptación en forma de serie que no me terminó de convencer. Más que un juego es una especie de novela gráfica en forma de vídeo, y te lo recomiendo también. 


Las solteronas, de Claude Mancey. Reseña



Este libro tardé en leerlo porque creía que sería un deprimente retrato de la figura de la mujer soltera a principios del siglo XX, incluso una crítica hacia la misma. El autor es un hombre, y por eso me sorprendió el enfoque de la novela. No se trata para nada de atacar a las solteras, sino de todo lo contrario. Es un libro muy divertido, aunque de fondo tengamos el drama social que suponía no “pillar marido”. La protagonista, Magdalena, es una muchacha adelantada a su tiempo, más interesada en leer libros todo el día sin parar que en preocuparse por su soltería, de la que disfruta a pesar de la vara que le da su abuela a todas horas para que busque marido de una buena vez. La abuela produce una mezcla de irritación y ternura, pues ella no conoce otro modelo social que el de casarse pronto y bien, y quiere lo mejor para su nieta, dando por sentado que es lo mismo que quiere ella, claro.

El giro en la trama es un poco previsible, y quizá te puedas sentir identificada con esa actitud de “no tengo tiempo para el amor” y de golpe te obsesionas con el tema xD Las amigas de la protagonista están muy bien retratadas, y el segundo giro en la trama sí que se ve venir dadas las circunstancias, pero no por ello decae el interés de este libro, que se desarrolla en un entorno reducido sin grandes acontecimientos.

Me parece una obra curiosa y muy recomendable. Como muestra del avance que supone para la época, aquí dejo algunos fragmentos:
Su autoritarismo da miedo a mi independencia. Si me decido a tomar un marido, no quiero darme un dueño.
La mirada del señor Desmaroy se cruza con la mía. Nuestras dos voluntades cruzan el hierro. Evidentemente mi antipatía se precisa. Desmaroy sostiene sus ideas y yo las mías, nos miramos otra vez, no como amigos sino como luchadores. Leo en sus ojos “esta muchacha es demasiado absoluta, qué cabeza, yo la meteré en cintura. Una mujer está hecha para obedecer”. Bajo los ojos y mis párpados ocultan una respuesta acerba e irritada: “no, no me meterá usted en cintura porque jamás seré su mujer.”

Tiene momentos cómicos notables, como cuando se pone de relieve que no hay peor machista que una mujer machista.
-Esa independencia de carácter -continuó la Fontane-, no sólo es un motivo de celibato del lado femenino, sino que asusta también a no pocos jóvenes. ¿Qué vamos a hacer, piensan, de una mujer autoritaria y déspota?
-Ahogarla -exclamó Francisca.

O en este otro momento de guiño metaliterario:
-En las novelas, Francisca, pero en la vida...
-En la vida pasa como en las novelas. Créeme, Magdalena, he leído bastante para conocer la materia.

Una cosa curiosa de este libro, y de otros que ya comentaré, es cómo hay temas que parecen no cambiar a lo largo de los siglos en cuanto al amor. En este fragmento por ejemplo, se critica el egoísmo masculino:
-El espíritu caballeresco, Magdalena, está muy enfermo -respondió la de Ribert-. En ninguna de estas cartas se encuentra la más pequeña huella de él.
Cogí las cartas esparcidas en la mesa y las recorrí con los ojos durante unos segundos.
-En suma -dije a modo de conclusión-, es el “yo”, siempre el “yo” lo que domina... Ninguna otra razón... ¿Piensan así todos los hombres, señora?
-Todos no, Magdalena, pero sí muchos. Note usted, hija mía, cómo se desprende de todas esas cartas el cuidado del bienestar personal... ¡Pobres mujeres!

En resumen, una obra no muy conocida que merece la pena redescubrir.

¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?, de Enrique Jardiel Poncela. Reseña



No estaba el horno para bollos en cuanto al humor se refiere en la época que le tocó vivir a Poncela. Una guerra civil y su postguerra no son precisamente divertidas, aunque por ello mismo el humor era más necesario que nunca. Y hablo de humor porque Poncela, más allá de sus grandes dotes literarias, era un gran humorista. Quizá por eso no tiene el reconocimiento de otros autores más serios, como si hacer reír fuera un género menor o algo sencillo, que no lo es en absoluto. Me parece un hombre fuera de época, que de haber nacido más adelante estaría hoy en día escribiendo monólogos y guiones de series de humor que batirían récords de audiencia.

Ya desde que empiezas a leer sus prólogos comienzas como mínimo a sonreír, porque nos cuenta las vicisitudes detrás de la obra, cómo tenía que escribir por narices una obra teatral por compromiso con el empresario del teatro o lidiar con el ego de algunos actores, etc. Si eres escritor o aspiras a serlo, es muy interesante cuando comenta su forma de escribir, haciendo una especie de esquemas y fichas de cada personaje. Y es que aunque tu género sea el humor, eso no significa que seas menos disciplinado o profesional a la hora de escribir.

Escribió ensayos, novelas, teatros, guiones de cine, etc. Impresiona la cantidad de obras que produjo:



Su humor era irónico y medio surrealista, no siempre comprendido por público y crítica, y murió arruinado con tan solo 50 años, haciendo tristemente realidad una frase suya: el artista testarudo que se empeña en hacer arte impopular logra su propósito de morirse de hambre. Fue valiente al escribir lo que le apetecía, y lo que se le daba mejor, claro. A ratos puede parecer un misógino, porque ridiculiza a ciertas mujeres, pero luego te das cuenta de que repartía caña a todos los personajes por igual, y muchas protagonistas femeninas son mujeres adelantadas a su tiempo: libres, activas, sin rodeos en el terreno sexual y con las ideas claras.

He escogido esta obra en concreto porque es de mis preferidas, junto con Amor se escribe sin hache y Espérame en Siberia vida mía. Pero hay muchas otras de gran calidad y bastante conocidas. Algunas fueron llevadas al cine también. Quizá te suenen estas: Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada.


Pero voy ya con la reseña. El título hace referencia a la leyenda medieval de santa Úrsula, que se supone peregrinó con once mil vírgenes a Roma. Pero el libro no va de eso, sino de ridiculizar la figura del típico donjuán, y lo hace con una gracia infinita, con una frase genial seguida de otra, y de otra, sin parar. Estamos ante una de las sátiras más divertidas sobre la conquista amorosa que jamás se escribió. El protagonista es un donjuán que está de vuelta de todo en cuanto a mujeres se refiere. Tiene un archivo clasificado con sus más de 36.000 conquistas. Está ya muy aburrido del asunto y no cree un pimiento en el amor.

Hasta ahí el libro es muy divertido, pero entonces entra en escena una mujer, que parece una versión femenina del donjuán, y que de hecho tiene en su historial más de 37.000 hombres conquistados, y el protagonista se queda descolocado por completo. Es el antiguo mito de don Juan y la inocente Inés, pero esta vez ella tiene poco de inocente. El libro por tanto es cada vez más divertido y más loco, como el loco amor al que no se sabe si ridiculiza o enaltece o todo junto.

Un libro de diez que no puedes perderte y que te hará reír si te gusta el humor inteligente.

Bartleby el escribiente, de Herman Melville. Reseña




Este libro es raro. Eso pensé la primera vez que lo leí. Sin embargo, ahora es uno de mis libros preferidos e imprescindibles. Melville es el autor de la archiconocida Moby Dick y son historias que no pueden ser más diferentes, o quizá son la cara y la cruz del mismo tema: la lucha por lograr un objetivo o tirar la toalla por completo. El protagonista, Bartleby, es un hombre apagado, sin pasión ni ilusiones, aparte de estar en la oficina y pasar lo más desapercibido posible. Cuando su jefe le pide algo que sobrepase su tarea rutinaria, él responde “preferiría no hacerlo”. El efecto que produce es una mezcla de extrañeza, lástima y risa. El empleado insiste en mantener esa actitud de resistencia pasiva hasta sus últimas consecuencias.



Sobre lo que significa la historia hay muchas teorías. La más evidente es la crítica hacia la forma de vida del adicto al trabajo, pero Bartleby no es un empleado ejemplar. Quizá se refugia en la oficina por temor a la vida ahí afuera, y parece claro que es una persona inmensamente introvertida, pero el detalle de la famosa frase, ese “preferiría no hacerlo” es el enigma que te descoloca y te hace pensar que hay dobles significados ocultos en el libro.

Yo tengo mi teoría personal, según la cual Bartleby personifica la apatía absoluta, la falta de ganas de vivir, la rutina que te mata literalmente. Si sigues sus pasos y empiezas a dejar de hacer cosas, por quedarte en tu supuesta zona de confort, acabas igual de mal que él. Puedes empezar por pensar que esa pequeña tarea que supone un esfuerzo extra no te apetece y no la haces, y llega otra y tampoco la haces, y te instalas en lo malo conocido antes que buscar lo bueno por conocer.

Recomiendo este libro por su originalidad, por lo bueno que es a pesar de lo breve y en apariencia sencillo, y especialmente a las personas que estén deprimidas o desanimadas, porque puede ser como un tratamiento de choque que te despierta y te hace reaccionar, porque todos podemos ser Bartleby en algún momento, y nunca es tarde para cambiar de trayectoria y vivir una vida de verdad, no una existencia gris en un trabajo aburrido en la más absoluta soledad.

Jane Eyre, de Charlotte Brönte. Reseña


Este libro es la obra más famosa de su autora, aunque no fue el único que publicó, a diferencia de lo que ocurrió con Cumbres Borrascosas, escrito por su hermana Emily. Charlotte vivió algo más que el resto de sus hermanos, aunque todos fallecieron bastante pronto, así que ella tuvo tiempo de escribir más. Cuando tu primera obra es tan buena como Jane Eyre, es difícil superar ese éxito, y es lo que le ocurrió a Charlotte. No es que sus demás novelas sean malas, pero es que el listón quedó muy alto con esta.

Se podría decir que es una novela feminista, también de lucha de clases, porque la historia resultaba casi escandalosa para su época, y sin precedentes. Si su hermana nos dibujaba una historia de pasiones al límite en Cumbres Borrascosas, Charlotte nos presenta una pareja imposible para los cánones sociales. El señor Rochester y Jane Eyre son como la noche y el día, al menos en apariencia, y desde luego en su forma de vida. Cuando ella, tras el paso por un horrible orfanato en el que pierde a su mejor amiga por culpa de una enfermedad contraída entre aquellas frías paredes, llega a casa de Rochester para ocuparse de la educación de su pupila, los prejuicios sociales saltan por la ventana. Pero no sin antes librarse una cruenta batalla.

Jane es una mujer sencilla, casi ascética, que no destaca por su apariencia exterior, probablemente como la propia Charlotte, pero en su interior resulta una mujer deslumbrante, de ideas avanzadas para su época, con un carácter decidido y una disciplina férrea capaz de llevarla donde se proponga. De todas las adaptaciones cinematográficas que existen sobre el libro, me quedo con la protagonizada por Charlotte Gainsbourg, una actriz que tampoco destaca por su belleza, o la suya es bastante atípica, y que se mete en la piel del personaje como si hubiera nacido para eso, aunque el resto de sus películas estén en las antípodas de este drama de época.


Charlotte habla de su experiencia propia como institutriz, ese tipo de mujer instruida pero sin posición social, y rompe una lanza a favor del avance social, a favor de la igualdad mediante el amor en este caso. La escena en la que ella le dice a él que se considera su igual es la mejor de todo el libro, porque también es el momento inesperado de la confesión del señor Rochester. También retrata lo que ocurrió con la muerte de sus hermanas pequeñas en una escuela muy parecida al orfanato del libro. Pero Jane no se deja vencer por las adversidades, ni se deja intimidar por ese hombre irónico que esconde un terrible secreto, lo que convierte al libro en mucho más que una novela rosa, como a veces se le ha encasillado injustamente. Ningún final de los que escribieron las hermanas Brönte fue feliz, como les recriminaba su padre: “hijas mías, a ver cuándo me dais una alegría al final de un libro”, pero dentro de lo que cabe esta historia es la que mejor acaba. Aunque no importa el final del camino sino el trayecto, y en este caso es, aunque suene cursi, un recorrido bello y descarnado, y en definitiva, una obra clásica que no te puedes perder.